viernes, 29 de mayo de 2015

LA CONSECUCIÓN LÓGICA DEL POR QUÉ DE LAS COSAS
O EL  ANGULO DIEDRO DE LAS SITUACIONES
HACIA UNA QUINTA DIMENSIÓN


Todo aquello que socava un mundo rumbo a donde no se conocen las cosas se perpetúa con arreglo a lo que el hombre ha querido o quiere imaginar y donde la realidad no llega a verse y alcanzar el tope de todo el emblema, y el episodio donde hasta ahora se ha tenido que penetrar a través de marcos de la historia, de la ciencia de la vida, y de todo aquello que sea o no pasajero a sapiencia del conocimiento del hombre.

Las secuelas de la historia han deshecho la voluntad de todo aquello que ha sido bueno para la misma historia, por el desecho del por qué en un rumbo tenaz que el hombre no ha entendido ni ha encontrado.


Podríamos divagar matemáticamente o desde cualquier apartado de la física trascendental hacia dónde quiere ir el hombre o qué ha sido el hombre en la historia para él mismo, donde la relación de las cosas no va más allá de los caminos del tiempo que han sido una barrera para él.

Los metafísicos entendemos que matemáticamente todo viene a ser el reflejo del tiempo y angular que puede ser visto a través de un reflector, o la mirada del tiempo hacia nosotros.


Podríamos pensar de otra manera qué es el tiempo que nos mira, sustantivamente se ha apaciguado en las distancias más cortas que en las lejanas. Se sigue investigando camino a un tope, y ese tope no ha existido, todos los caminos rumbo a la investigación son todos los lugares a la vez, con una trayectoria diferente o por muy difusa que sea, el estudio de las ciencias difusas es lo más profundo y lo más hondo que puede encontrarse desde una fosa socavada, pero nunca podremos llegar al núcleo, sino lo que hacemos es pulsar un tiempo más en las distancias hasta el fondo.

Ante el riesgo de la vida el hombre siempre ha defendido su ser, no por miedo a la vida sino por miedo a la muerte, y porque ha defendido la vida y ha amado la vida totalmente oscura desde un precipicio a veces en los episodios más negros que acontecen a nuestras hazañas, con posible riesgo de accidente o enfermedad.


Hasta ahora se ha entendido por el filósofo Descartes una cuarta dimensión, pero podríamos sellar una quinta dimensión poligonal dentro del pasaje de nuestra vida, o lo que quiere decir el tiempo, y lo que a la vez nos dice a nosotros, como si fuera un torbellino que nos apabulla. La vida, nuestra vida, tiene un acento morfológico y a la vez una nota musical en el timbre de nuestra voz junto a un proceso de lucha que a la vez es un cuadro con fugacidad hacia el tiempo, y nuestra vida es un polígono diedro con fase angular que precisa la sincronía del tiempo en los mundos como centro de atracción de los mismos, por nuestro impulso aferrado a todo lo que hemos visto en las pantallas del universo, el firmamento y una voz sobrenatural, que es todo aquello que suplanta a lo que nosotros pensamos o decimos, decimos por cuanto nuestra conciencia estando o no tranquila nos distribuye toda una llamarada de ideas hacia nuestro pensamiento, entendimiento, similitud y relaciones, como un ángulo recto en la fase angular de un polígono diedro que relaciona todas las bases y dimensiones que cualquier figura geométrica podría llevarse a cabo, y a la vez la visión biológica que transporta el ritmo licuado de nuestra vida como fulgor antagónico de las fases del sonido, de la luz, de la energía, de la singularidad, de la pluralidad, y toda una semántica que sistematiza todo lo que es nuestra energía en el ángulo de la realidad, procesos del tiempo y un campo que tiene un sentido distinto a como puede pensar todo lo que vemos en sí, o dentro de nosotros.

O LA RELACIÓN TEMPORAL DE NUESTROS PROCESOS EN LA DIFICULTAD DE NUESTRO CAMINO.






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