Nuestra vida no es otra cosa más que un cuerpo aéreo transitorio y
premonitorio que se pierde en la presencia
del infinito y de la existencia. La vida prevalece en un campo efímero y
liberal de persistencia en el
pensamiento , en la memoria, en el transcurso histórico y planetario que el creador hizo
latir en la frugalidad y
plenitud del alma como consecución de nuestra
vida y al mismo tiempo de morfología
universal sobre el efecto transitorio y
centesimal del fenómeno de la existencia.
La existencia es un
fenómeno radical cuyo eje marca la persistencia de acción del motor y el móvil trascendente que acelera
la persistencia del tiempo.
El fenómeno climático
del cosmos astronómicamente
hablando a raíz de todo el paso y
proceso por el preludio de nuestra
vida y
de nuestra morfología como si el tiempo fuera un factor de una semilla que fluctuaría sobre todas las maravillas de
la creación.
Nuestra vida forma parte
de un campo violento de galaxias.
Hablar de tratados
de plenitud , de campos polares
plurales de singularidad, de universos paralelos de campos adyacentes, de descubrimientos numéricos, es algo así como
hablar de una masa de polvo cósmico que esta expulsando
llamaradas constantemente diametralmente opuesto a nuestra mente y a todos los campos
que persuaden nuestra inteligencia.
Es una llamarada
de rayos cósmicos aleatorios ultramorfológicos que dispersan, todas las funciones del infinito con
base corpuscular en los campos aerolicuos de la materia, antimateria y procesos de la subvision estructural
en la trayectoria de los cuerpos y sobre
la velocidad de acción persuasiva en
las galaxias y en las constantes perfusivas de acción cósmicas sobre
la gravedad y celeridad del
cosmos.
El mundo o la tierra, el planeta en que vivimos que tiene una
estructura ambigua difumina todos los motores del tiempo y a la vez la gravedad
del cosmos, donde todos nos encontramos
siniestrados.
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