lunes, 22 de julio de 2019

LA EXISTENCIA DE DIOS. DISTANCIA AL HOMBRE DEL ESPACIO Y EL TIEMPO. PRINCIPIO DE ACCIDENTE.

Un mundo aparte argumentado por Dios y el espectro de la naturaleza.



Todo lo que persuade al hombre desde su existencia, va unido a un campo que le desplaza de forma irecurrente hacia el espacio y el tiempo.

Todo lo narrado desde su premisa en el tiempo va unido a una relación de términos, entre principio, causa, efecto, sustancia y movimiento, hacia un rumbo determinado que nos envuelve hacia nuestras propias características.

Si echamos mano de muchos argumentos escritos una distancia entre Dios y el tiempo, sería toda medida de un cuerpo determinado desde el origen del tiempo o cómo y quién lo formó a él.
Sería pensar que Dios ha existido siempre, desde el punto de vista plágico que determina todo el preludio existencial del universo del tiempo, del espacio, del hombre y de toda fórmula física relativa dimensional que hace latir y recurrir de nuestra vida desde nuestro nacimiento hasta la muerte sea el énfasis en el que estamos envueltos.

La existencia de la parte eterna en lo que ser puente discernir entre una partitura determinada de los conceptos, con base y principios pero sin descubrir el firmamento.

El sentido previo de las cosas está en una relación entre lo que el ser a perdurado, el espacio terrenal, el espacio ambiental y el espacio universal. Desde todo principio el fundamento entre Dios, el hombre y el tiempo aunque podamos definir el tiempo como una línea transversal que recorre el espacio en un campo determinado con principio pero sin fin. O la primera vía para llegar a Dios d forma cosmológica o el principio del tiempo por muchas teorías existentes que elucubran a Dios, el origen del tiempo, la flecha del tiempo, o el principio de accidente.

Tiempo => Origen
Destino => Existencia 


O la consistencia de una función astronómica cuyo destino tiene una consecuencia que se diluye en todo lo que es la existencia de la vida, del hombre, del cosmos y del mismo Dios.

La teología es una ciencia natural que define a Dios y el hombre como ser es de la creación.

Pero ¿qué pasaría si Dios no existiera y todo fuese un invento de la teología?
Todo se rompería y el mundo se desesperaría, la humanidad se volvería loca y las propias masas se confundirían.

Aun siendo una incógnita, tenemos que proliferar ante la propia perseverancia de la vida.

Y suponiendo que Dios exista de verdad y ante una realidad temeraria que disuade y diluye al hombre hay de aquello seres que rechazan y niegan a Dios al final de su vida. ¿Qué será de ellas?

Ante la consistencia del hombre podemos ver y ante las consecuencias del destino la propia flecha de la vida y del tiempo, nos conlleva a entender la precisión de toda relación cosmológica disuadida entre el espacio y el tiempo; hasta el mismo principio de accidente o el entorno del vacío persistente ante la realidad del tiempo. El incognito de la existencia, nuestra trayectoria y nuestro caminar en el mundo.

Todo viene a ser una reliquia para la teología, pero para la metafísica y para la investigación todo viene a ser una constancia deplorable para el hombre y el tiempo.

Si Dios es una reliquia para el hombre cuya esencia tiene un origen indeterminado, la vida es una consecución incólume hecha para la continuidad del hombre desplazada por la existencia de Dios hasta la muerte.

Desde Aristóteles para acá el universo tiene un tiempo infinito que tuvo un origen y tiene también un destino.

Nuestra vida es desplazada por las incidencias del tiempo y la recurrencia del destino.

Nuestra vida en el tiempo ha sido un recorrido marcado por las mismas alternativas físicas y temporales de los campos de la energía y la propia fuerza centrífuga que transporta todas las fuerzas de la cinemática espacial hacia un recorrido presente y viajero que nunca termina.

Si el Bigbang fue una explosión mecánica de la materia, el nacimiento del hombre y su persistencia en el tiempo, es el cataclismo de la historia.

Pero ¿Qué hubiera pasado en el tiempo si el hombre no hubiera existido? Son grandes incógnitas para el pensamiento.

O ¿si existieran seres distintos en la creación diferentes al hombre?

O ¿si solo existiera Dios y el plasma espacial en el tiempo?

Pero Dios y el hombre no tendrían a nadie para contarlo.


Los tratados metafísicos del mundo científico son ignorados por todos los presagios existentes en la vida y en la ciencia.

Otros presagios sublimes al conocimiento achacan a Dios como una sustancia partícula y un alma relativa en las disidencias del universo que puso principio y final a esta vida desde los tiempos del Génesis, hasta la revelación del Apocalipsis.

¿Pero cuál podría decirse la consistencia de esta vida? 

¿Por qué existe el tiempo?

¿Por qué existe la vida?

¿Por qué existe el más allá?

¿Por qué existe la muerte?

Como disidencia consecuente de nuestra trayectoria.

El ser humano aparte de ser un ente galáctico, es un ser errante y disidente con destino desconocido.
Todo ante la suposición de que tanto Dios como el tiempo, han distanciado al hombre y a la vez han subido una partícula que ha recorrido el firmamento, con un principio y un final desconocidos.

Dios como un  ser divino, y un ser conmutable a la existencia del firmamento que puso en pie al hombre y orden a las cosas.

Ha sido una partícula cósmica entre las galaxias, las teorías físicas, la investigación y el desarrollo científico, el baluarte de la vida y un valladar eterno permanente que alumbra nuestra vida y distancia todas la funciones cósmicas entre la luz, la materia, el día, la noche, los océanos y los mares y la propia vida en la tierra.



UNA LUZ CÓSMICA DE PERSISTENCIA FUGAZ ETERNA EN LA INMENSIDAD DE LOS MUNDOS Y DE LAS DISTANCIAS ANTE EL GENIO DEL HOMBRE Y LA BELLEZA DE LA CREACIÓN. 


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