NUESTRA VIDA, UNA CONSTANTE OSCILATORIA Y UNA DENSIDAD TEMPERAMENTAL
ANTE UNA DIMENSIÓN FUGAZ Y VIOLENTA
¿Cómo podríamos pensar de nuestra vida? A pesar de todo lo que tenemos llega como una estrella fugaz a los límites del universo y a los confines del mundo.
Pero el ser, a lo largo de su
camino, puede decir de él que lo es todo porque lo dará todo, y llena todo un
peso específico como el poder, el estado, la gracia de la vida, la vivacidad de
la sangre, la conjetura de su condición y de su conciencia cuando se encuentra
lleno en sí mismo, o la plenitud de todo lo que rodea su vida.
Desde el principio de la vida, el
hombre es un organismo celular que contrarresta a tiempo y las suposiciones que
se pierden entre la realidad y los confines del tiempo.
Si dura el momento, una novela,
de un verso una poesía, una línea recta y una raíz cuadrada. Ante todo lo que
tanto, la realidad como la vida son una constante oscilatoria que se mueve en
los confines de la velocidad y la armonía persistente en el tiempo. Igual que
nuestra memoria y nuestro recorrido por la vida, con una densidad temperamental
de las líneas del universo, aunque son indivisibles, lo mismo que la molécula
surge a tiempo entre la vivacidad y la fuerza.
Ya no habrá más caminos que
recorrer si el colorido de las muestras y las variables a los que el ser está
expuesto ante las funciones del tiempo, su consistencia y la relación que narra
el ritmo de las cosas y cuanto pasa por ello.
Todo cuanto sabemos, delatamos y
sentimos sería una constante del tiempo entre la razón de las cosas como la
realidad y las ideas, no terminaría nunca hacia un mundo malversado por no
entender que la cifra y el número no son un campo exacto matemático, ni las
matemáticas lo son sin una constante que marca el ritmo de una dimensión. Y la
virtud dimensional conceptúa un campo de resistencia.
Las funciones de la vida son un
campo elemental donde está la pasión, el verbo reaccionario y gramatical, la
realidad, el movimiento, la energía, y la propia realización que camina hacia
un rumbo libertario como conjunción del hombre hacia el por qué de las cosas.
Una lindera en nuestro compás
seguida de un arte fundido en la materia, y una energía hasta la interacción de
las constantes visuales de nuestra vida, todo lo que nos rodea y el núcleo de
coincidencias que formulan las fases del tiempo ante la amalgama de la vida.
Por todo un techo histórico que
irrumpe literalmente ante las fórmulas de disuasión que fulguran desde el
interior de nuestra vida hacia un campo exógeno externo, que bifurca nuestro
entender, las cosas desde la razón de un entredicho.
Entre la determinación de una
dimensión está el conjunto de relaciones que causan un movimiento sobre la
acción de los cuerpos, las cosas, y los mismos números que indican la relación
de las ideas del ser de toda cuantificación sobre los elementos.
Si el agua es un elemento y una
medida, es un campo exacto que determina las constantes de relaciones numéricas
que se decantan hacia la formación de todo su elemento, que hace la morfología
del movimiento y sus contrastes continúan en un ser hasta sus confines.
La energía es como un campo de
choque que conceptúa el comportamiento de la acción de los números, combinando
un campo de acción sobre las estructuras del tiempo y sus circunstancias. Todo
puede ser desde el conjunto de alternativas que rodean la conjunción de las
cosas, toda una tabla gramatical de oraciones que en el campo de la exactitud,
o el ir a mirar las cosas de una nueva manera distinta hacia un campo
retrógrado o el ir por encima de todo lo que nos rodea de una forma
predispuesta que literatos como Julio Verne, que lo que generaron en su día fue
poner los pies en la realidad desde la posición actual de los momentos vividos.
Una fórmula, una oración, un
fragmento, una poesía, una canción, una oda, caminan el argumento.
Toda esfinge expuesta a la luz de
la historia por todo lo que el hombre quiso aprender y un número hallado, por
difícil que sea, una operación matemática, la relación del ser con las
matemáticas es un mundo infinito que denota la exactitud de la realidad con
toda aquerencia física que rompe sobre el tiempo y sus fronteras hasta el
infinito.
Grandes filósofos de la
antigüedad, como Anaxágoras, entendieron la vida desde la función de la física
de los cuerpos. La vida, en un campo de ficción, la temperatura sobre la acción
de la vida y los elementos como una relación centesimal entre el por qué, la
causa cierta y el sentido que tenían las cosas sobre la física, la alquimia,
las distancias y todo lo que de otra manera podríamos llamar la sustancia
alternativa, que en otro orden de cosas, era en aquel entonces la viveza de los
campos de la vida, y su solidez sobre la materia junto a todo aquello que
demarca la conexión entre los rumbos de la persistencia y hacia un mundo
superlativo y fugaz, vivo y en expansión, que se expande hacia la explosión de
los campos atómicos del espacio.
TODA UNA CONSECUCIÓN FORMULATORIA
QUE DIVIDE LOS TÉRMINOS Y LAS FRECUENCIAS.
UN DRAMA CONSECUENTE CON LA
ACCIÓN DE LA VIDA SOBRE LA INCIDENCIA DE LOS CAMPOS CINEMÁTICOS DE LA DINÁMICA,
LA TERMODINÁMICA, LA REALIDAD Y EL SONIDO, ASÍ COMO LA LUZ Y LA FORMACIÓN DE LA
ENERGÍA.
¿PERO DÓNDE ESTÁ LA CONSECUENCIA DEL VALOR DE LA EXACTITUD? DIRÍASE ASÍ EN UN CAMPO DE ACCIÓN VIOLENTA EN EL QUE DICHAS ÁREAS SON EL SIGNIFICADO Y EL RESULTADO DE TODA RAÍZ HALLADA.
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