EL SER Y EL ENTE DESDE LAS DOS MÁXIMAS VERTIENTES DEL ESPECTRO HUMANO
No podemos suplantar unas ideas respecto de otras que van en contra de la consecución social sobre lo que ha sido la entidad del hombre.
Hace mucho tiempo el hombre miró
al cielo y comenzó a encontrarse a él mismo
de forma astronómica y saber que los
astros no formaron en él la constante correlativa
que le siguió durante siglos y siglos hasta la actualidad.
Podríamos decir así que hemos sido la
constante fugaz de todos los pensamientos que irrumpen al preludio de la vida
en la tierra. Toda una perspectiva donde algún día nuestra vida, cuando toque a
su fin, posiblemente ante todo un mundo legendario, será un encuentro con las
personas más allegadas que hemos tenido en el tiempo con recurrencia alternativa
de frecuencia sobre nuestra forma de ser
y de activar todo lo que ha sido en el tiempo nuestra panorámica
terrenal. Lo que en el tiempo hemos sido desde la transparencia como humanos, la consecución de un mundo terrenal. Nuestra persistencia
en el tiempo no ha sido solamente la consecución de un mundo diferente a todos los demás que nos aterran físicamente
desde un orbe como seres verdaderos de consecuencia y causa ambivalentes a
recorrer toda una trayectoria que se consensua como centro y vehículo transformado
para la civilización.
La civilización entra en una
función consistente de relación histórica, geológica, biológica y astronómica
que dentro de nuestro conocimiento ha relacionado el tiempo con la vida,
nuestra sumisión que no ha dejado de estar obsoleta en el tiempo, y
transmetamorfiza y nos adhiere.
Tras las funciones del ser y de
nuestra sangre dinamizan que en nuestra
vida esté expuesto lo que se entiende
por nuestro porqué, y un análisis de lo que hemos visto por la correlación de
la incertidumbre cuántica que nos transmite, o esa longitud de onda abrasiva durante el tiempo, y nuestra frecuencia cardiaca atrae
algo distinto como algo así de otra manera. El tiempo es un número decimal y
digital que perdura por nuestra andadura
por los mundos.
SI QUEREMOS ALGO DEL MUNDO,
TENEMOS QUE AVENIRNOS AL MUNDO AUNQUE SEA NUESTRO ENEMIGO. SI QUEREMOS ALGO DEL
ALMA TENEMOS QUE AVENIRNOS AL ALMA. SI QUEREMOS ALGO DEL ESPÍRITU TENEMOS QUE UNIRNOS
AL ESPÍRITU Y SI QUEREMOS ALGO DE NOSOTROS MISMOS DESDE NUESTRA MAYOR
EXPECTATIVA NECESITAMOS PONER DE NUESTRA PARTE Y UNIFICARNOS CON NUESTRO CONOCIMIENTO,
DENTRO Y FUERA DE NOSOTROS, DE NUESTRO CAMINO Y DE NUESTRAS VIRTUDES.
El tiempo y nuestras formas son un camino diferente
que nos encauza a presenciar nuestro intelecto desde la mayor de nuestras
identidades con nuestra proposición puesta
a prueba hasta entender la vida y las cosas. Si todo fuese de color lo que la
historia del universo viene a encontrarse con nosotros, las medidas geométricas
y densidades que camuflan todo lo que es
el espacio desde nuestro interior a nuestro exterior, ni seguir los pasos que
algún día marcásemos por nuestra mirada atrás, pisásemos, o la
acritud de nuestras formas se encontrase un campo diferente que ilumina todos
los pasos desde toda la identidad de nuestra vida junto por lo que nuestro adversario
nos siga y nos entienda.
NUESTRO INTERIOR CONCEPTÚA UN
MUNDO MÓVIL DESDE NUESTRA FRECUENCIA CARDIACA Y EL LATIDO DEL CORAZÓN HASTA TODOS
LOS PRELIMINARES DEL TIEMPO Y LO QUE HA SIDO NUESTRA VIDA, UN ENCUENTRO PSÍQUICO CON TODOS AQUELLOS
CAMPOS QUE AL CONOCIMIENTO Y LA RAZÓN DIFIEREN.
HACE MUCHO TIEMPO OÍ EN LA RADIO
UN PROGRAMA QUE DECÍA QUE ES MÁS IMPORTANTE TENER UN AMIGO EN NUESTRA MENTE QUE UN ENEMIGO EN
NUESTRO CORAZÓN. TODO ESTO SE PUEDE LLEVAR A CABO MUCHO MÁS QUE HASTA ENCONTRAR
UN CAMINO CON UN RUMBO DISTINTO A COMO PENSAMOS.
DECIMOS Y OÍMOS QUE TODO NUESTRO
SER SERÁ FRUGAL SIEMPRE QUE NUESTRO ENCUENTRO EN EL TIEMPO SEA UNA ECUACIÓN
CENTESIMAL QUE DÉ RESULTADO EXACTO COMO QUIEN DIRIGE UNA MÁQUINA O UN MÓVIL QUE
PRECEPTÚA TODO UN ÁREA DE RELATIVIDAD EXPUESTA A UN SENTIDO MUY DIFERENTE QUE A
VECES INCAPACITA AL HOMBRE COMO UN ÓRGANO
DEL UNIVERSO QUE TRANSITA POR EL TIEMPO.
Todo un recorrido temperamental y
frugal que transporta nuestra vida a un mundo diferente y que mora en nuestros
momentos que dentro de nosotros está ahí en nuestra similitud agrandada en las
características del hombre, e impulsa
nuestra morada en un recorrido más allá de la geografía. Un área difusa
y permanente de consecución previa que recurre en donde todo fenómeno adverso a
como nos encontremos, tanto desde un
campo material como inmaterial, un área
determinativa de recurrencia donde el mundo de las virtudes humanas no
sea un contraste con un campo de frecuencia de nuestra vida, sino que el campo
de las virtudes humanas sea percibido desde nuestros defectos para encontrar
que un defecto recurre a otro cuando nuestra inteligencia no se ve despierta y
todos sean los factores que sistematicen los recursos que nuestra imaginación
recurre en un campo transportado y de transformación.
Todo un mundo transportable donde todos los recursos similares al tiempo sean una neurona más de nuestro pensamiento con la seguridad congénere que socava el mundo inmerso en las relaciones del tiempo, con consistencia de saber que la vida es la continuación de un elemento activo y vivo que se mantiene en la aerobiosidad de los espacios ambientales y físicos donde se encuentra el ente, y a la vez una recesión cuántica que estudia desde la más mínima molécula a todo lo que es la diversidad de nuestro universo con consistencia y desenvoltura de los elementos del espacio. Podríamos encontrar los el remedio químico del espacio, lo mismo que podemos encontrar los de la tierra, ya que algunos elementos son geológicos, estudiados en la nomenclatura del Cosmos, y una consistencia de relación cósmica que transporta todo lo que son las relaciones del tiempo y con el cosmos que podrían tocar a su fin si el cónclave del hombre a tratar desde todos los estudios del conocimiento, ya que tenemos un planeta enfermo, podríamos empezar por entender lo que hemos sido en la historia y todos nuestros errores, y conocer el universo desde todos los sentidos que se han tenido que tomar junto a una larga andadura que preconiza nuestro ser y nuestro ente.
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