Se ha
pensado en la actualidad
como el tiempo
puede ser la partitura de un balón de oxigeno, nacido en la
base pendular en el que el universo es algo así como
un conjunto de lámparas persistentes en
un cumulo estelar, que se
encienden y se apagan.
En el espacio presentes de intensidad fija activa
y fogosa o en que, como pudieron
pensar los Egipcios los Asirios y Mesopotámicos la antigua
Grecia, y Cina, Arabia y todas
las demás que han deambulado en el firmamento y
nuestro paso por la civilización que no
es otra cosa más que
un rumbo fijo
planetario en el cual la vida
la tierra y la
muerte han marcado
la esencia de nuestra
libertad.
De
la materia cósmica
del espectro luminoso
cartesiano del universo en el
que todo forma
parte como una
espiga, cuando crece
como si fuera el trasplantar de
una semilla en la
cual el hombre tiene un
emblema cuántico y
celular plasmático nacido
para la libertad.
Al hablar
de libertad hablamos
de conocimiento, de raciocinio
y de ideas
imágenes.
El raciocinio
es el espectro
opuesto de la oscuridad
nacido de algo muy
presente en la luminosidad como
si fuera un candil con
aceite.
El raciocinio
es la coyuntura
luminosa del tiempo y de la óptica del aura y
de nuestra inteligencia. Todo
aquello que se realiza
literalmente desde el ángulo
y el perfil de nuestras
ideas del oráculo de
nuestra virtud moral
y de la consecuencia , unida
al concepto de nuestro modo y de
la manera de ver las cosas. Un campo
intelectual matemático lógico
científico que va más
allá del alma y de la materia.
Más allá
de la materia
o el alma filosófica que ilumina
el tiempo y el cosmos
interestelar que nació
y partió de la
esencia y de la partitura
de todos los cuerpos abstractos
y luminógenos del firmamento que dió luz y color al conocimiento a la sustancia y a los conceptos, o la llamada
metafísica como una ciencia
numérica al mismo tiempo abstracta
y difusa que deambuló sobre todos
los confines cósmicos en la difusión cósmica de la
luz.
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