Plaza Mayor de Salamanca, España |
Todo en la historia del mundo ha sido una tentación envuelta en el ángulo en el que el ser humano es débil por naturaleza.
De ahí, desde esos apartados podemos estar seguros de que las tentaciones expuestas ante el alma son un lema cartesiano ensamblado en nuestro interior que nos impulsa a cometer errores y a pecar.
“Fortalecer vuestro espíritu porque la carne es débil”. Así lo dice el pasaje de Cristo en el Evangelio.
Todo está en la secuencia de un núcleo preliminar que está en nuestra vida es irreversible y sólo se cura no acercándonos a estos tres enemigos que tientan nuestra vida y la oscurecen.
Estamos envueltos en un campo de secuencia que cuando nuestra vida está oscurecida podríamos decir entrar en una sombra psíquica lametada por el pecado y a veces la irracionalidad de las masas que choca en nuestra conciencia.
Nos vemos envueltos en área y campo de batalla desde donde la Iglesia y el Estado han estado unidos ante la libertad y la justicia así como el amor social entre las masas.
Para la mejor secuencia de nuestra insería que estuvieran separadas para evitar que este tipo de vínculos apartara el materialismo de nuestras vidas hacia a la precognición de los valores morales de nuestra vida.
Entre la barbarie humana y la historia han estado vinculados, el capitalismo, la lujuria humana, la represión social las injusticias el fascismo y el nazismo que nos han acercado cada vez más a entender, la falta de libertad humana, que ha humillado nuestra conciencia, sobre la cual los enemigos del al,ma: el mundo, el demonio y la carne nos han persuadido de una forma tenaz, ya que el hombre es débil y vulnerable por naturaleza.
Nuestra mente filosóficamente no descansa. Si así fuese en el sentido platónico de que nuestra mente es nuestra alma, también nuestra conciencia dentro y más allá de la lógica o todo lo que demarca de forma elocuente o deplorable la metafísica nos puede enseñar. Junto a un mundo unido a las ideas y a la sensibilidad. Ya que el ser es un ente inteligente y a la vez sensible.
Las personas más inteligentes y más sensibles son las que más sufren en la vida, son también las más espirituales y las más morales, dentro de nuestras capacidades y de nuestra constancia, el mundo es una constante persuasiva que bifurca las aguas de la vida en todas las naciones de la tierra desde los más ricos hasta los más pobres. Y es un núcleo donde el ser se vuelve víctima de la angustia, del dolor y de las guerras donde todo ello nada puede erradicarle.
El mundo de las guerras, ha estado presente toda la vida y a lo largo de la historia y junto con ellas las luchas y las distensiones sociales que han sido inevitables.
Todo ello prima en el mundo de lo absoluto y lo relativo en un área abstracta de unas funciones inermes donde la elocuencia del mundo se vuelve a veces endeble y frágil hasta tropezar con lo máximo de los elementos que condenan al hombre que es la carne. Junto a todo lo que intenta romper las estructuras de nuestro ser donde nada hay logrado y donde la lógica no tiene entrada cuando nuestra vida materialmente peligra.
Desde el máximo argumento especulativo.
Emocionalmente el hombre triunfa en sus emociones y halla la existencia de los nichos postpasados por la sinopsis de la historia. Un apartado que infunde viveza y llena su singladura espiritual en esa lucha interna del valor y de la influencia de la vida en la tierra y en los fangos del universo cuyo plasma es la unión de la fuerza del mismo.
Nuestro plasma sanguíneo es la función de nuestro temperamento que le hace estar a veces altivo, en lo positivo y en lo negativo de las cosas y una luz candente persistente en nuestra conciencia desde los principios de nuestra vida hasta el final de la misma mientras el latido del corazón fluctúe.
Todo campo material se convierte a veces en otro inmaterial prófugo a las cosas donde el demonio, el ángel caído acecha y nos persuade. El demonio ataca mediante el mundo y la carne y ante cualquier otro tipo de revelación y de una forma sobrenatural que traspasa todas las barreras físicas.
No hay medidas para evitar que nos ataque, ni físicas ni matemáticas ni nada puede evitarlo. Desde la serpiente del Génesis o el dragón del Apocalipsis. Cuyo nombre filosófico que se le ha dado Hades aunque la Biblia utiliza otros términos donde se halla. Junto a las vertientes humanas en las que aparece.
El ángel Lucifer arrojado por Dios a las tinieblas que persigue al hombre desde siempre.
En la historia y en la vida, el núcleo de las ideas contrapone un mundo ya no de lamentaciones ni donde los enemigos del alma que son a la vez los mayores enemigos de nuestra vida. O los llamados estigmas que se aparecen en la misma y la ponen en peligro.
Un mundo de equivalencias.
TODO LO QUE EQUIVALE AL TIEMPO, FLUYE POR LOS RÍOS DE LA VIDA.
UNA VIDA HUMANA CUYA TRAYECTORIA PROMULGADA POR NUESTRO PENSAMIENTO SIN QUE SEA NUESTRO PENSAMIENTO EN EL QUE NOS IMPULSA A SER TENTANDOS.
DESDE DONDE LO MÁS PURO DE UNA ALEGORÍA SEA LA RIQUEZA DE NUESTRA ALEGRÍA Y NO UN MUNDO DE SECUENCIAS QUE ESTÁ PRESENTE EN NUESTRA ALMA Y QUE NOS INVADE DE FORMA ETEREA DONDE NUESTRO PENSAMIENTO DEBA DE SER LA MORAL DE NUESTRA PRESENCIA EN EL TIEMPO.
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