miércoles, 20 de abril de 2016


EL DOLOR PSÍQUICO. LA ENTRADA EN LAS ENTRAÑAS DE LA SENSIBILIDAD.


En las entrañas de nuestra sensibilidad está todo aquello que tiene repercusión sobre lo más profundo del alma y del espíritu.

Las formas del tiempo han cambiado al hombre y le han hermetizado en el núcleo del tiempo. Todo puede ser en la vida desde cualquier área referencial y centro de las razones.

No podemos de otra manera mediar al ser de una forma matemática ni existen escalas represivas desde el concepto humano donde se evoca todo contacto relacionado con la hipótesis de la geometría numérica y lineal y su trayectoria astronómica.

Tendemos pues que medir la razón y la influenciabilidad permeable del ser ante un recorrido por el mismo infinito hasta la nomenclatura del tiempo.




Los recuerdos se perdieron donde algún día la melancolía y la nostalgia se unificaron en el encuentro de la misma quietud donde los astros iluminaron la razón y la inteligencia de los anagramas lineales donde se unifica la realidad de la vida humana, donde un recuerdo es una ilusión que pusiliza la materia como organismo de un campo triste y pusilánime de nuestra vida.

Todos los apartados del conceptualismo humano siente, sufren, actúan y entran en bases donde la sublimación de la vida se formuliza en el efecto y la sustancia porque rompe todos los apartados de nuestra trayectoria psíquica.

Por otra parte, la historia, el método de una canción emotiva que armoniza nuestra ilusión, hasta el mismo latido del silencio o la amargura de lo que puede ser una sustancia compuesta, degenerativa o similar.
Tenemos en frente la persuasión de los núcleos aéreos de la vida, sus constantes motoras, el ritmo, los biorritmos y los encuentros astrofísicos que en una secuencia paranormal enclavada en el centro de nuestro espíritu como la caja registradora de nuestras emociones.

Todo lo que nos hace sentir nos formaliza un camino por la visión y campos aéreos y ópticos que iluminan nuestra vida, nuestra frecuencia cardíaca y nuestra sensibilidad.


Desde donde algún día la demagogia del tiempo hemos cogido el tren a la conjunción del silencio y las penurias de nuestro dolor psíquico.

Ya no se puede formulizar las vertientes de la historia en el recorrido del tiempo, la antropogenia del tiempo y el latido del interior del hombre, el corazón. El centro humano de todo artilugio que piensa, dentro de nuestros pensamientos y emociones sin que la miremos desde el fondo de la afectividad.

Las corrientes de la historia le han puesto una barrera al pensamiento del hombre, han desbaratado las funciones psíquicas y donde gran parte de la población mundial sufre el diagnóstico de lo que los psiquiatras llaman esquizofrenia, el baluarte mental que aparta al ser de su congruencia vital, humanística y le desplaza en un grave reto contra la sociedad a luchar con toda su queracidad, con toda esta barrera, impuesta por la psiquiatría y el montaje del capital una línea paralela que aparta nuestro ente de los campos más retóricos y pulcrativos que provocan una ruptura en las fases de la inteligencia.

La morfología de la vida entra en áreas de sublimación donde la vida sufre una especie de parálisis psíquico y un encuentro con todo aquello que puede o no romper el camino cuyo itinerario accede a la lucha del hombre por no decir a mayor peso, mayor tenacidad como la trayectoria de un mundo vivo y de locomoción insertado en la penumbra de los contrastes de la realidad donde los conceptos de la vida ya no son la coyuntura moral que funcionaliza campos viscerales.




¿Qué es un campo visceral psíquico?.

Todo aquello que engloba las corrientes que el separatismo social y agresivo contra las corrientes del pensamiento que preceptúan los conceptos de la vida, las emociones, el carácter, la sublimación pasajera y todo campo de tenacidad donde la historia y el hombre se oscurecen.

El análisis del saber, la formación cívica y social, el vínculo de unión hacia aquellos que están solos en la presencia de la vida y se encuentran arrollados por la masacre de una sociedad capitalista y agresiva, como en un amasijo de hierros, sublime a unas funciones que se encuentran donde todo aquello que es del propio hombre y nuestras linderas son el mismo trabajo y el proletariado desde cualquier vacío o llamarada.




UN CAMPO ETÉREO Y UNA RELACIÓN CUÁNTICA, DESDE NUESTRO CEREBRO A TODO NUESTRO ORGANISMO, FORMA LA CORRIENTE DE UN IMPERIO DIGITAL DENTRO DEL PENSAMIENTO. TODAS LAS VERTIENTES HUMANAS SON TODO AQUELLO QUE ESTÁN EN UN ÁREA, DESDE LA MAÑANA HASTA LA NOCHE,  ACTIVANDO UNA LLAMARADA CÓSMICA PERSIESTENTE Y ABRASIVA DESDE TODOS LOS PRESAGIOS UNIFICADOS POR EL SER. DONDE EL SER ES UN CAMINO DIGITAL EXPUESTO A LA LUZ DE LOS TIEMPOS Y A LAS RELACIONES CÓSMICAS QUE ALUMBRAN TODO CUANTO VEMOS EN NUESTRA MIRADA AL CIELO.









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